Santiago,
de piel oscura, alto, fornido y fibroso, de pelo castaño y ojos marrones,
vestido con su habitual traje de dos piezas negro, se preguntaba dónde había
quedado su vida. Había trabajado todos los días en el bufete de abogados, y al
llegar a casa por la noche le esperaba su pareja, la persona con la que deseaba
pasar el resto de su vida. Era una mujer alta de cabello moreno y ojos marrones
sin un gramo de grasa en aquél perfecto cuerpo. Algunos pensaban que trabajaba
en exceso, que se implicaba demasiado con los casos que cada día llegaban a su
mesa. Pero, ¿Qué podía hacer sino trabajar? No conocía otra vida. Pero así, él
era feliz. El trabajo duro lo compensaba saliendo al cine con sus amigos, o
yendo a comer. Esa era su vida, aburrida y monótona. Pero la prefería a la que
llevaba ahora. Sentado en un sofá que no es el de su oficina, esperando para
mendigar un puesto de trabajo. Había perdido la vida que construyó con sus
manos. Su pareja, su casa y su empleo se esfumaron en apenas unos segundos. No
tuvo tiempo de darse cuenta cuando ya se encontraba con una mano delante y otra
detrás.
Por
otra parte está Nora: Alta, delgada, de piel clara, cabello oscuro y ojos
grisáceos. De rostro rectangular, labios carnosos, ojos muy expresivos y nariz
chata. Una mujer que vivía la vida al límite. Cada segundo, cada instante en su
profesión podía ser el último. ¿Por qué? Porque se dedicaba al mundo de la
droga. Pero no era una de estas camellas que se encuentran por la calle, que
venden droga para ganarse la vida o para financiar su propia dosis. No, ella lo
hacía por placer. No necesitaba el dinero, de eso ya tenía de sobra. Lo
demostraba su gran mansión a las afueras de Málaga, en el campo. Ella nunca fue
una niña rica, aunque eso cambió con su inesperada boda a los 18. Apenas en
seis meses se convirtió en la esposa de James McCarthy, el hijo de un
multimillonario muy delicado de salud.
No, Nora no es
una traficante común. Maneja toda la droga ilegal que se mueve en el mercado
Español en la actualidad. Y lo hace porque le gusta, porque su chute es la
adrenalina que siente al burlar las leyes. Y para eso cuenta con su propio
equipo. Pero de eso, ya os hablaré más adelante.
Nora,
una traficante de altos vuelos y Santiago, un abogado en paro, con vidas
completamente paralelas, coincidirán, se conocerán, y vivirán experiencias que
ellos mismos creían imposibles. Pero, para eso, tendrás que seguir leyendo,
¿No?