domingo, 30 de diciembre de 2012
Simplemente.. i love cats *^*
Filiputo (también conocido como JD), SÉ QUE A TI TAMBIÉN TE FASCINAN ewe
Un nuevo relato ambientado en la antigua Roma
Hay notas al pie numeradas que aclaran algunos datos históricos. Se supone que están donde termina una página y empieza otra (he copiado y pegado desde un documento Word) así que no os extrañéis si de repente os interrumpen la lectura.
Summanus
Álvaro Pavón Romero
O Summanus qui es in inferis; laudatur nomen tuum, praedicantur mirabila opera tua, paretur voluntas tua, timetur divina effigie tua…1
En la pequeña aldea de Loterra, en el centro de Italia, esta especie de oración ritual era muy conocida en otros tiempos, y aún a día de hoy se sigue recitando en algunas ocasiones, recuerdo de las festividades paganas del pasado. Antiguamente, en la época del Imperio Romano, fue importada por un rico comerciante, P.2 Valerius Frontinus, que había servido en el ejército de Octavio como centurión, en Retia y Nórica. Por sus muchos viajes a lo largo y ancho del mundo conocido, lo llamaban Sarmatianus, puesto que había alcanzado hasta las tierras inhóspitas de Sarmacia, al norte del Ponto Euxino. Tras asentarse en Loterra gracias a una generosa recompensa en forma de tierras por sus servicios a Roma, se dedicó al comercio de esclavos procedentes de Grecia y Asia, haciéndose con una ingente fortuna en muy poco tiempo.
Vivía solo con su único hijo, C.3 Valerius, y sus esclavos en su finca palaciega, en una colina rodeada de viñedos. Se los conocía en la región por ser devotos de Summanus, el dios de las tormentas nocturnas. Una vez al mes peregrinaban al altar mayor del dios, junto al Circo Máximo, en Roma; y once días antes de las Calendas de Julio4, acudían de nuevo al templo para realizar sacrificios en su honor.
Summanus era una deidad antigua, heredada de los etruscos, que poco a poco había caído en el olvido. Señor de los cielos nocturnos y de las tormentas que tienen lugar de noche, y también de los infiernos; era la contrapartida de Júpiter, divinidad diurna similar al Zeus griego, que siempre gozó de gran popularidad entre los romanos.
Aunque el culto en Roma era un conocido do ut des –yo te doy para que tú me des—entre adoradores y adorados, P. Valerius Frontinus Sarmatianus parecía ser la excepción a la regla: su religiosidad, apartada de la superstición popular, de los lares y de los manes, estaba fuera de duda, y consistía en una enfermiza preocupación por el culto a los dioses. Tenía, en opinión de sus vecinos, una visión pervertida de la relación hombre-deidad, en la que la divinidad era más bien una carcelera y una torturadora de almas, lejos de la tradicional imagen de dios humano y festivo, apasionado y sentimental, que tenía el resto de los romanos.
1. Traducido al castellano: “Oh, Summanus que estás en los infiernos: alabado sea tu nombre, predicadas sean tus milagrosas obras, obedecida tu voluntad y temida tu divina efigie.”
2. Publius o Publio, praenomen romano.
3. Caius o Cayo, praenomen romano.
4. a.d. XI Kal. Iul.: 20 de junio
Predicaba una filosofía pesimista y severa, nunca antes vista en Roma, en la que el miedo exacerbado, el sufrimiento y la constante preocupación por la ira divina eran protagonistas. Algunos atribuían sus creencias a un sincretismo pernicioso, fruto de sus viajes a lo largo y ancho del Mare Nostrum, y lo asociaban a los cultos de Deméter y Perséfone en Grecia, Astarté en Siria, y Adonaí en Israel.
La gens Valeria Frontina tenía, en general, una muy mala reputación en Loterra y sus alrededores. Los rumores populares era comunes, y la gente llana tenía miedo de trabajar en las viñas de P. Valerius. Se decía que, cada cierto tiempo, todos sus esclavos desaparecían de manera misteriosa, por lo que, mensualmente, cuando arribaban al puerto de Ostia los barcos cargados de esclavos procedentes de Acaya y el Epiro, se aseguraba de que una buena parte del cargamento fuese enviado a su domus en Loterra sin demora, mientras que el resto era ya vendido en el mercado de Roma, de donde P. Valerius obtenía sus ingresos. Su hijo Caius se encargaba de dirigir todo el proceso de la manera más discreta, y los conductores de esclavos guiados por él hasta la afueras de Roma tenían terminantemente prohibido adentrarse en las viñas de los Valeria Frontina; por lo que estos se inventaban disparatadas historias acerca de rituales ignominiosos que tenían lugar en aquellas parcelas de tierra cultivada con la sangre de los esclavos.
Los vecinos también sospechaban de ellos y recelaban de su comportamiento extravagante y asociable. A determinadas horas del día, normalmente al clarear el alba, al mediodía y al atardecer, se los había oído recitar su misteriosa oración: O Summanus, qui es in inferis, etc.
De todos aquellos que sentían un profundo desprecio por los Valeria Frontina, L.5 Tullius Flaccus era su peor enemigo. Este era un antiguo cuestor6 y edil curul7 ascendido a tribuno de la plebe8, famoso por su prodigalidad, sus fiestas y sus creencias supersticiosas. L. Tullius residía en una lujosa domus en Loterra, acompañado por su esposa, Cornelia Tullia, y
5. Lucius o Lucio, praenomen romano.
6. Tesorero romano que formaba parte del Senado y que se encargaba de todo lo relacionado con las finanzas.
7. Los ediles (aediles) eran magistrados romanos que cuidaban del régimen municipal, abastecimiento de la urbe, inspección de los mercados, organización de algunas fiestas, etc. Los curules eran aquellos ediles nombrados de entre los patricios, o nobleza romana. Durante el Imperio, Augusto los despojó de muchas de sus funciones anteriores.
8. Los tribunos de la plebe eran magistrados cuya misión era defender al pueblo romano de los excesos del Senado. Sin embargo, desde Augusto el cargo estuvo totalmente vació de contenido y cumplía una mera función ceremonial.
sus hijos Cn9. Tullius, Tullia Maior y Tullia Minor10. Todos estaban orgullosos del fundador de su gens, el anciano Tullius, bisabuelo del paterfamilias; y, por tanto, eran devotos adoradores de los manes, lares y penates, y, en general, de los espíritus de sus antepasados.
Esto convertía a los Tullia Flacca automáticamente en rivales acérrimos de los Valeria Frontina. Además, L. Tullius había centrado la adoración de los dioses en la tríada capitolina11, especialmente en el dios Júpiter, razón por la cual se tomaba como algo personal que P. Valerius continuara con su odioso O Summanus día y noche. El motivo por el que éste rendía culto a un dios tan siniestro como el Señor de los infiernos, cuando ya nadie en Loterra ni en Roma recordaba sus misterios como antaño, era algo que escapaba a su entendimiento. Y, aunque en Roma la religión regular era un tema tratado habitualmente con frivolidad, de manera trivial y liberal, L. Tullius sospechaba que los ritos de P. Valerius ocultaban algo nefando que lo hacía tan peligroso como los infames cristianos que aún estaban por llegar.
Su rivalidad creció y creció paulatinamente, prolongándose más allá de la muerte de Octavio. Ambos comenzaban a envejecer: sobrepasaban ya los cincuenta años, edad más que venerable para la época. L. Tullius, corpulento, calvo, de gran sonrisa y agradable carácter muy sociable, era todo lo contrario al de Sarmacia, que, delgado, enjuto, con un largo cabello blanco –el cual, no obstante, respetaba la amplia frente de los Valeria Frontina— y un rostro serio y poco afable, vivía huraño y apartado del resto de Loterra, sumido en el comercio de esclavos y en sus otros turbios negocios.
Fue durante esta etapa de su vejez, durante el reinado del augusto Tiberio, cuando las tensiones entre los dos llegaron a un punto álgido. Cierto día, con motivo de las Calendas de Noviembre12, un rico patricio de Loterra, antiguo senador llamado Q.13 Terentius Barbatus, organizó un banquete al que invitó a los habitantes más influyentes de la aldea y también a algunos conocidos procedentes de Roma. El patricio se consideraba por encima de los chismes populares y por tanto no atendió a ellos a la hora de redactar la lista de invitados, reuniendo en su casa –contrariamente al consejo de su esposa, Severa Terentia— tanto a los Tullia Flacca como a los Valeria Frontina. Además, Q. Terentius tenía buena amistad con los dos, ya que L. Tullius había servido junto a él en el Senado en tiempos de Octavio, y P. Valerius era quien abastecía a su gens con esclavos desde que se asentara en Loterra.
9. Cnaeus o Cneo, praenomen romano.
10. Las mujeres en la antigua Roma recibían un solo nombre, el de la gens en femenino: Tullia, Valeria, etc., al que, de haber más de una mujer en la familia, se añadía algún adjetivo como Maior, Minor, Prima, Secunda, etc.
11. Familia divina compuesta por tres dioses: Júpiter, Juno y su hija Minerva; recibían culto en el Capitolio, de ahí su nombre.
12. Kal. Nov.: 1 de Noviembre, día de Todos los Santos.
13. Quintus o Quinto, praenomen romano.
La noche transcurrió, en su mayor parte, sin incidentes. No en vano todos eran romanos y hacían alarde de civilización. No obstante, fuera por el motivo que fuese, los dos jóvenes primogénitos de las gens rivales, Cn. Tullius y C. Valerius, comenzaron a reñir entre ellos. El primero acusó al segundo de incomodar a su hermana, Tullia Minor, con atenciones indecentes; el segundo se defendió escudándose en el odio religioso que los Tullia Flacca vehiculaban hacia él y su padre. Fue entonces cuando L. Tullius intervino para desmentir aquello, recriminando a los Valeria Frontina sus cultos execrables y sus rituales ominosos, tachándolos a ellos de fanáticos e impíos por adorar a los dioses del pasado. El de Sarmacia montó en cólera e insultó a los lares, manes y genios de los Tullia, calumniando a los antepasados de su enemigo al achacarle sangre espuria y degenerada de bárbaros y esclavos.
Las dagas volaron cortando el aire, lanzando estocadas mortales. El resto de invitados se alarmó y comenzó a huir en tropel, mientras que los amigos y parientes de L. Tullius se afanaban por detener la refriega. Una cuchillada alcanzó a C. Valerius en una pierna, haciendo que cayera al suelo, herido. Apareció en ese momento Q. Terentius junto a su hermano, Sextus, y sus sobrinos, Marcus y Manius; quienes, iracundos, lograron separar a los contendientes y los expulsaron del banquete y de la domus, con la prohibición expresa de regresar nunca más, hasta que las disputas familiares terminaran. Algo que, como todos sabían, era ya imposible: ambos habían cruzado el Rubicón y no había marcha atrás.
L. Tullius sabía que su enemigo tomaría represalias contra él por haber herido a su único hijo, y, conociendo a los Valeria Frontina, la venganza no tardaría en llegar. Efectivamente, así fue, pues no mucho tiempo después de aquella pelea, al día siguiente a las Nonas de Noviembre14, al levantarse el paterfamilias y dirigirse al larario15 para reverenciar a los espíritus familiares, se encontró con una escena desgarradora: las imágenes de las divinidades domésticas habían sido destruidas sin piedad, y el altar entero había sido mancillado; alguien había dispuesto sobre él los restos mutilados de pequeños animales y alimañas muertas –ratas, culebras, ranas y otras criaturas odiosas— que atraían a las moscas.
Solo una persona guardaba tanto odio hacia la gens Tullia como para cometer semejante ofensa contra los espíritus de sus antepasados, razón por la cual L. Tullius no dudó ni un segundo en achacar aquel crimen horrendo a P. Valerius. Esta transgresión no podía quedar sin castigo, y, a riesgo de continuar una cadena interminable de venganzas familiares, L. Tullius comenzó a tramar cómo resarcirse. Llegó a la conclusión de que, de algún modo, debía pagar a los Valeria Frontina con la misma moneda, destruyendo el altar en el que ellos rendían culto a su aborrecible Summanus.
14. Postridie Non. Nov.: 6 de Noviembre.
15. Santuario doméstico en el que tenían cobijo las imágenes de los lares y penates, espíritus y divinidades menores que gozaban de la devoción de la mayoría de los romanos.
Contactó en los suburbios de Roma con dos maleantes, Spurius y Decimus, cuyo único sustento era la política de pan y circo16 de los emperadores; y les ofreció una suma importante de dinero a cambio de infiltrarse en la domus Valeria Frontina y llevar a cabo su alevosa misión. Ambos bandidos aceptaron, pues, antes que seguir viviendo de la mendicidad, era preferible arriesgarse en tan peligrosa tarea y ganar la recompensa que se les había prometido.
Cn. Tullius, por encargo de su padre, condujo a los dos mercenarios desde Roma hasta los viñedos de los Valeria Frontina, en los límites de su villa de Loterra. Al abrigo de la noche, mientras que el joven Cnaeus aguardaba con un esclavo en las callejuelas vecinas, Spurius y Decimus trepaban el muro que separaba el resto de la aldea de la finca propiedad del de Sarmacia. Portaban una linterna con la que alumbraban su camino por entre las viñas, y cuya luz, sinuosa en la distancia, permitía a su patrón seguir el progreso de la misión, observando dónde se encontraban los dos bandidos en todo momento. Finalmente, la luz se desvaneció, cosa que Cnaeus interpretó como que ambos hombres habían entrado en la domus. La suerte estaba echada.
Al cabo de una hora, la luz de la linterna reapareció. Descendía a toda prisa la colina de la villa, atravesando los viñedos a gran velocidad. En ese momento, un rayo atravesó el cielo nocturno, golpeando la loma de la colina. Se oyó un trueno como nunca antes se había oído en los alrededores de Loterra: tan terrorífico fue aquel estruendo, que Cn. Tullius se estremeció, sobrecogido, al tiempo que su esclavo se escabullía aterrorizado por entre las calles de la aldea, en contra de las órdenes que su amo, colérico, le daba.
La luz continuaba acercándose, hasta que por fin Decimus asomó por encima del muro, aterrado. Cuando el joven Cnaeus le preguntó por su tarea y por el paradero de Spurius, Decimus apenas si hilaba las palabras coherentemente. Más o menos, logró decir, entre balbuceos, que el altar de los Valeria Frontina, consagrado en efecto a Summanus, había sido destruido; pero que, casi de inmediato, habían escuchado una voz funestamente grave, que los exhortó a huir de allí. Decimus escapó al momento, seguido por Spurius, que se había retrasado. Al salir de la domus y bajar a los viñedos, el relámpago, de manera totalmente inesperada, fulminó a Spurius. Decimus jamás había visto algo semejante, y, jurando haber oído de nuevo aquella voz cáustica que resonaba en la distancia, continuó descendiendo la colina a toda prisa, despavorido.
16. Costumbre de los políticos romanos, que se remonta a tiempos de la República pero que se prolongó hasta el final del Imperio, consistente en regalar pan y entradas para los juegos circenses a los ciudadanos más pobres, como medio de eliminar la indigencia y la criminalidad, y, al mismo tiempo, distraer al pueblo de los problemas políticos. Se considera una temprana subvención a la pobreza que, a la larga, disparó el número de mendigos y arruinó a los productores de trigo. Como resultado, el próspero mercado mediterráneo se hundió y la economía romana sufrió una continua crisis que se cebó con el Imperio hasta su desaparición a finales del siglo V d.C.
Cn. Tullius trató de razonar con el delincuente para sacar algo más en claro, pero este, sin ni siquiera acordarse de la recompensa que lo aguardaba, huyó calle abajo tal y como el esclavo había hecho antes que él. Cnaeus corrió de vuelta a la villa de su familia cuando ya despuntaba el alba, para informar de todo a su padre. L. Tullius se sintió complacido por el éxito de la misión, pero al mismo tiempo, por ser extremadamente supersticioso, se sobrecogió un poco al escuchar el relato de cómo había muerto Spurius y cómo Decimus había perdido el juicio.
Le tocaba a los Valeria Frontina realizar el siguiente movimiento.
Al día siguiente, P. Valerius se dirigió a la villa de su enemigo y, seguido de una curiosa a la par que asustadiza turbe, insultó cara a cara a L. Tullius por la destrucción de su altar doméstico. Este, como respuesta, se burló de Summanus directamente, y amenazó a P. Valerius con la ira de Júpiter Óptimo Máximo si se atrevía a dañar de nuevo a los miembros de la gens Tullia. El de Sarmacia rio a carcajadas como nunca antes se le había visto en Loterra, enseñando unos dientes amarillentos en su sonrisa mordaz; y, dirigiéndole a L. Tullius una mirada inquisitiva, le instó a poner a prueba la voluntad de los dioses. P. Valerius, en nombre de Summanus, retó a Júpiter, para así probar la supuesta protección divina de la que gozaban los Tullia Flacca. El desafío estaba claro: el día de Júpiter17, Summanus desataría su ira por petición de los Valeria Frontina, y entonces se vería qué dios era merecedor de auténtica adoración en las inmediaciones de la aldea.
Desde ese momento, L. Tullius se mostró temeroso y paranoico. Se pasó la mayor parte del tiempo encerrado en el larario familiar, reverenciando a los manes y lares en busca de protección contra el infortunio. Conforme se acercaba la fecha señalada, crecía la inquietud en el seno de su familia. Al final, su esposa Cornelia Tullia tomó a sus tres hijos y marchó hacia la urbe, lejos de Loterra. Aunque había suplicado a su marido que los acompañara y dejase atrás aquel lugar, L. Tullius estaba convencido de que no podría huir de la ira de Summanus si esta demostraba ser cierta, por lo que optó por permanecer en su villa, desafiando a P. Valerius, tratando de aparentar no tener miedo.
Cuando por fin llegó el día de Júpiter, la jornada transcurrió sin incidentes. Cuando ya oscurecía, L. Tullius envió un esclavo mensajero a Roma para llevar la buena nueva a su familia, y casi de inmediato comenzó a pensar en celebrar un gran banquete junto a todos sus vecinos en honor de Júpiter Óptimo Máximo, quien, creía, lo había protegido de todo mal. No obstante, la noche llegó y se levantó el viento, que al poco tiempo dio paso a una tormenta descomunal. Los jardines de la villa Tullia quedaron arrasados, y el ruido del huracán recorrió las cuadras, espantando a los caballos, que huyeron campo a través. Los esclavos los siguieron,
17. Iovis dies: el Jueves.
horrorizados. Y L. Tullius se quedó solo en su inmensamente lujosa domus, sin compañía ni protección alguna, a merced del viento inclemente que, como por obra de demonios, traía tétricos cánticos procedentes de la domus Valeria Frontina: O Summanus qui es in inferis; laudatur nomen tuum, praedicantur mirabila opera tua, paretur voluntas tua, timetur divina effigie tua…
Los vecinos se refugiaron en sus casas y, desde las ventanas, atemorizados, contemplaron cómo el viento destrozaba las paredes y ventanas de la villa de los Tullia Flacca, y cómo un relámpago que recorrió el cielo, seguido por el trueno y un estrépito colosal, incendiaba los restos de la domus.
Cuando Cornelia Tullia y sus hijos recibieron el mensaje jubiloso del paterfamilias, regresaron a Loterra para celebrar con él la victoria de Júpiter sobre Summanus, pero el espectáculo pavoroso que hallaron destrozó por completo sus nervios: allí donde se había erigido su hogar, no quedaban más que restos calcinados por el fuego, cubiertos de un extraño icor verdoso acompañado por un olor desagradable, como a azufre.
Una lápida de gruesa piedra marca el lugar donde se encuentra la tumba de L. Tullius en Loterra, en la que se puede leer: H-S-E-L-TVLL-FLACCVS-S-T-T-L18 ; pero es mentira. Jamás se halló el cuerpo de L. Tullius Flaccus.
Una lápida de gruesa piedra marca el lugar donde se encuentra la tumba de L. Tullius en Loterra, en la que se puede leer: H-S-E-L-TVLL-FLACCVS-S-T-T-L18 ; pero es mentira. Jamás se halló el cuerpo de L. Tullius Flaccus.
18. Hic Situs Est L. Tullius Flaccus. Sit Tibi Terra Levis: “Aquí yace enterrado Lucio Tulio Flaco. Que la tierra te sea leve”.
domingo, 16 de diciembre de 2012
¡Ideas, ayuda, consejo en general!
El martes me llevan a un colegio de mi pueblo para que yo les dé a los niños de 10 y 11 años una "conferencia" sobre el trabajo de escritor y literatura de terror en general. ¿Alguna idea sobre qué hacer para no salir de allí abucheado?
viernes, 14 de diciembre de 2012
REFLEXIONES DE UNA AMIGA
A ver, muchachos, quiero que echéis un vistazo a estas "reflexiones" que ha escrito una buena amiga mía. A mí me parecen textos muy expresivos, bellos estéticamente, y con una gran carga simbólica, descriptiva y emotiva. Cuando yo se lo digo, me contesta que eso es porque yo le tengo cariño, que ella no es tan buena. ¿Podéis darme vuestra opinión objetiva, como grandes escritores que sois todos, acerca de estas tres muestras de "reflexiones" suyas? Os lo agradecería.
A todo esto, la "reflexión" es el nombre que me he inventado para este extraño género que se halla a mitad de camino entre texto de opinión moralizante y poesía en prosa. Yo los defino como pequeños relatos poético-narrativos, llenos de simbolismo y emoción, que proporcionan consejo o consuelo por medio de las experiencias personales de la autora.
Casualmente, estos son de los más melancólicos que ella tiene. Otros son más optimistas, más dinámicos y vivaces, pero estos son de mis favoritos; teniendo en cuenta que me gustan todos, claro.
¡Decidme vuestra opinión cuanto antes! ¡Comentad, comentad y comentad! ; D
ESA SENSACIÓN....
¿Conoces esa sensación? Sí, esa sensación de impotencia y rabia. Esa sensación que aparece y te invade cuando te das cuenta de que vuelves atrás, de que todos los pasos hacia delante que tanto trabajo te costaron no sirvieron de mucho, cuando debes admitir que nunca pasaste de página.
Te sientes una estúpida, una inútil, y al final. Después de las lágrimas, admites que nunca le olvidaste, que siempre formó parte de ti.
Sabes que únicamente le echaste tierra encima, lo escondiste muy bien creyendo que así lo olvidarías, que poco a poco dejaría de formar parte de ti y moriría tal y como nació un día en tu interior, pero lo cierto es que eso de nada sirvió. El orgullo se apodera de ti al pensar que pudiste ganarle la batalla al destino, que lo olvidaste después de tanto tiempo y de tanto amor que sentías, pero ahora, al afrontar la realidad, te sientes una hipócrita.
¿Cómo pudiste pensar que le ganarías al destino? Una vez alguien me dijo que yo nunca pasaría de página por la sencilla razón de que ésta pesa tanto que ni siquiera podré levantarla un milímetro, y quizás lleve razón, pero una parte de mí se niega a aceptar que siempre sentiré este escalofrío al verlo y que mis ojos brillarán de este modo al encontrarse con los suyos.
Ahora miro al cielo estrellado, y pongo toda la atención en la estrella más luminosa del firmamento, la que un día fue nuestra estrella, y mientras lo hago, recuerdo tus palabras... "Abre la ventana y mira las estrellas cada noche, ellas te darán las buenas noches y te dirán te quiero de mi parte".
Pienso: ¿por qué? ¿Por qué tuvimos que separarnos? ¿Por qué esas estrellas se callaron?
CAMINOS HAY MUCHOS... VERDADERO SOLO UNO
Piensas que todo lo puedes, que eres poderoso. Que puedes desafiar al destino, que puedes cambiarlo con una simple palabra. Crees que tu poder es infinito, que nunca nadie ni nada te retará, pero no dejas de estar a años luz de la verdad.
Buscamos cambiarlo todo con un sólo gesto, deseamos que una simple mirada sea suficiente para librarte de un futuro inminente. Caminamos por la senda de nuestra vida, por un camino largo pero claro como el agua cristalina. Pero cuando vemos que hay en él la más pequeña de las rocas, buscamos librarnos de ella, quizás bordeándola o bien, no seguir caminando por el mismo sendero...
Buscamos pequeños atajos, minúsculos caminos alternos al sendero principal, a veces ocultos u otras veces, posibles de ver a kilómetros de ellos. Acatamos la ligera esperanza de que ese pequeño camino sea más fácil que el principal, que en él no haya tantas rocas ni de ese tamaño, que sea más fácil caminar y más difícil tropezar.
Pero nos frustramos al ver que no es así, que ese camino es muy diferente a como lo habíamos imaginado, o aguardábamos en esas incansables esperanzas. Lo que nos negamos a ver o aceptar es que esos caminos siempre acaban desembocando en el sendero principal. Nos defraudamos sí, nos desanimamos... pero ante todo aprendemos una lección muy valiosa en nuestra vida.. una difícil de olvidar y que nos acompañará siempre...
Por muchos senderos que cojamos, por muchos atajos que andemos... Todos ellos nos llevarán al camino principal. Porque éste, es el único verdadero y válido, el único capaz de hacerte tremendamente feliz o tremendamente desdichada...El único capaz de elevarte al cielo o hacerte sucumbir en el infierno; el único capaz de hacer que tomes las decisiones adecuadas y no te olvides de vivir.
¿ASUMIR O HUIR?
¿Cómo lo asumes? ¿Cómo superas que se fue? ¿Cómo te haces la idea de una vez por toda de que todo acabó?
Estas preguntas no tienen una respuesta, no hay escrito ningún libro que nos diga los pasos a seguir para ello y nos asegure la victoria. En la batalla contra los sentimientos no hay tácticas de ataque ni un ejército capaz de vencer. No hay predicciones de ningún tipo, únicamente la ilusión por ganar.
Aunque contemos con los deseos de vencerlos... De desterrarlos de nuestro corazón, de borrar todo paso o huella que hayan dejado marcado en él y nuestra vida, también sabemos que ellos han formado parte de nosotros, y que si los matamos a ellos… Matamos una parte de nosotros también.
Que si lo eliminamos todo... Y empezamos de cero... Nosotros nos renovaremos también, porque no hay dolor más grande que el que produce la pérdida de un sentimiento... Uno que te hizo estar en el más dulce y acogedor de los sueños.
Entonces te das cuenta de que todo es en vano, que careces de la fuerza suficiente para poder cumplir esa misión, que el simple hecho de pensarlo, hace que se derrame una lágrima por tu mejilla sin poder evitarlo.
Te mantienes lo más ocupada que puedes para evitar pensar en eso, para intentar que la indiferencia y la huida consigan que desaparezca de tu vida… Es de cobardes sí, pero tú ya perdiste bastante siendo valiente. ¿Por qué no un poco de cobardía? ¿Acaso careces de ese derecho?
Pero parece que cuanto más te empeñas en huir, más fuertes son las cadenas que te unen a eso… A ese sentimiento que tanto deseas que desparezca pero que eres incapaz de matar.
De pronto te quedas pensativa, miras a la pared en blanco y sin quererlo ni remediarlo, comienzan a pasar imágenes, recuerdos de un pasado demasiado doloroso para recordar, pero que forma parte de ti tanto como un simple mechón de tu pelo.
Intentas acabar con esa película de incesantes imágenes y palabras, sacas la coraza para evitar más dolor... pero a pesar de que te empeñas en mantenerla fuera y rígida, pronto se desinfla como lo haría un globo de aire... y desaparece.
Esos recuerdos vuelven a ti, y es justo en ese momento donde las lágrimas comienzan a brotar de tus ojos sin que puedas remediarlo...
Eres incapaz de serenarte y vuelves a caer… Te vuelves a hundir. Todo lo que has hecho por salir de ese bache, esa huida en la que tanta fe pusiste te traicionan de la peor manera… Dejando que todo vuelva a empezar.
Cuando consigues dejar de llorar, te tumbas en el suelo, miras al techo y te das cuenta de que todo regresó… De que nada ha cambiado desde la última vez que estabas del mismo modo que ahora, que la situación es similar y los sentimientos iguales.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Saludos y abrazos a cascoporro
(*PD. previa: soy Almudena, me puse este nombre de perfil hace ya tiempo y ahora no sé cómo cambiarlo. Lo digo para evitar confusiones jajaj)
No sé cómo pediros disculpas por no aparecer por aquí mucho antes, pero soy una desorganizada y el mayor desastre cibernéutico que ha pisado la tierra, por lo que tardo años luz en hacer este tipo de cosas.
Tampoco sé cómo poner por escrito lo muchísimo que os echo de menos a todos. Ése es uno de los principales problemas del escritor: no existen palabras para expresarlo todo, y mucho menos cuando se trata de vosotros y de la experiencia tan increíble que vivimos en Mollina.
Os llevo siempre conmigo, por lo que aún tengo secuelas, como el síndrome de la oruga mollete. Cada vez que veo a alguien con una manta encima de los hombros me imagino que toca arrastrarse hasta recepción para hacer una nueva sesión de terapia contra las fobias (ya sabéis que toca aprenderse fobias impronunciables para el año que viene :DD)
Ahora vivo en una residencia (estoy estudiando la carrera en Málaga, fuera de casa), y de vez en cuando tengo la necesidad de entrar y salir por la ventana como lo hacíamos allí (otra secuela más). Y es un problema porque vivo en un sexto piso, así que no puedo hacerlo xDD. -También es verdad que así no corro el riesgo de partirme las piernas al intentar entrar así al cuarto (broma interna con Carlos y Myriam jajaj)-.
Yyy bueno, ¿qué contar de mi presente? Estoy estudiando arte dramático, que viene a ser mi sueño de toda la vida, y para todos los indecisos a los que también les gustaba la carrera, puedo decir que es absolutamente increíble! Estoy muy feliz con lo que hago, así que todo va bien :)
A los mártires de segundo de bachillerato; paciencia y muchísimo ánimo. Es un año duro, en el que exigen muchísimo y el estrés llega a límites insospechados... pero selectividad no es tan malvada como la pintan, y todos tenéis el camino más que labrado para conseguir lo que queréis. A los demás, espero que vuestro curso esté siendo estupendo.
Ay, mis molletes! Sois unos entes/seres maravillosos e increíbles, os quiero mucho y estoy deseando que tengamos la oportunidad de vernos de nuevo. Me gustaría escribiros un trillón de páginas, pero no quiero aburriros. Espero que me perdonéis por tanto tiempo a la deriva.
Besos gigantes
Almudena.
No sé cómo pediros disculpas por no aparecer por aquí mucho antes, pero soy una desorganizada y el mayor desastre cibernéutico que ha pisado la tierra, por lo que tardo años luz en hacer este tipo de cosas.
Tampoco sé cómo poner por escrito lo muchísimo que os echo de menos a todos. Ése es uno de los principales problemas del escritor: no existen palabras para expresarlo todo, y mucho menos cuando se trata de vosotros y de la experiencia tan increíble que vivimos en Mollina.
Os llevo siempre conmigo, por lo que aún tengo secuelas, como el síndrome de la oruga mollete. Cada vez que veo a alguien con una manta encima de los hombros me imagino que toca arrastrarse hasta recepción para hacer una nueva sesión de terapia contra las fobias (ya sabéis que toca aprenderse fobias impronunciables para el año que viene :DD)
Ahora vivo en una residencia (estoy estudiando la carrera en Málaga, fuera de casa), y de vez en cuando tengo la necesidad de entrar y salir por la ventana como lo hacíamos allí (otra secuela más). Y es un problema porque vivo en un sexto piso, así que no puedo hacerlo xDD. -También es verdad que así no corro el riesgo de partirme las piernas al intentar entrar así al cuarto (broma interna con Carlos y Myriam jajaj)-.
Yyy bueno, ¿qué contar de mi presente? Estoy estudiando arte dramático, que viene a ser mi sueño de toda la vida, y para todos los indecisos a los que también les gustaba la carrera, puedo decir que es absolutamente increíble! Estoy muy feliz con lo que hago, así que todo va bien :)
A los mártires de segundo de bachillerato; paciencia y muchísimo ánimo. Es un año duro, en el que exigen muchísimo y el estrés llega a límites insospechados... pero selectividad no es tan malvada como la pintan, y todos tenéis el camino más que labrado para conseguir lo que queréis. A los demás, espero que vuestro curso esté siendo estupendo.
Ay, mis molletes! Sois unos entes/seres maravillosos e increíbles, os quiero mucho y estoy deseando que tengamos la oportunidad de vernos de nuevo. Me gustaría escribiros un trillón de páginas, pero no quiero aburriros. Espero que me perdonéis por tanto tiempo a la deriva.
Besos gigantes
Almudena.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Nuevo relato de suspense / ciencia ficción (de Álvaro)
Los
niños están bien
Álvaro Pavón Romero
Despierta…
¿Estás bien? Creo que te diste un buen golpe en la cabeza. Pasear junto a los
edificios hoy por hoy es peligroso: muchas veces se desprenden ladrillos de las
cornisas y fachadas. Tranquilo; he curado tu herida.
Frunces
el ceño en gesto de duda, ¿eh? Tal vez sea la conmoción, o puede que me hayas
olvidado después de tres años… Soy yo; sí. ¿Me reconoces ahora, tío Gabe? Soy Bradley,
tu sobrino. No estás soñando, te lo aseguro: soy tan real como todo lo que te
rodea. ¡No, no te levantes! Sigue sentado; apoya la espalda contra la pared. No
es demasiado cómodo, pero ¿quién tiene comodidades hoy día, verdad?
¿Sabes?
Aún continua atormentándome el no tener idea de qué demonios pasó aquel día.
Dime, ¿tú tienes información al respecto? Lo único que yo recuerdo es ese terrible
estruendo, el suelo temblar bajo mis pies, a mamá abrazándonos a Bill y a mí… y
el crujir de las paredes. La casa se nos cayó encima. Mamá quedó atrapada.
¿Puedes imaginarte mi horror al separarme para siempre de ella, al escapar por
los pelos del derrumbe con mi hermano en brazos, solo para ver cómo, una vez en
la calle, todo se estba cayendo sobre nuestras cabezas? Parecía como si los
mismos cimientos del mundo se vinieran abajo. Bill se desmayó. Yo por poco me
desmayé. ¡Y luego nos cubrió aquella gigantesca nube de polvo, durante horas,
días! Y yo seguía abrazado a mi hermano pequeño; tenía miedo de que lo perdiera,
como perdí a mamá aquel día.
¿Que
dónde estaba mi padre? Trabajando, supongo. No lo hemos vuelto a ver. ¿Bill?
Sí, Bill está a salvo, conmigo. Jamás me he separado de él desde entonces. Los
primeros meses tuve demasiado miedo como para dejarlo solo durante mucho
tiempo, aunque ahora todo está mucho más calmado.
¿Que
a qué me refiero? Bueno, es una larga historia. Supongo que habrás venido en
busca de tu familia, ¿no? Tía Emily nos dijo que estabas al otro lado del país,
en viaje de negocios. Pensábamos que jamás te volveríamos a ver… Perdón, ¿qué
dices? Trata de hablar con más claridad, por favor. Sé que es difícil; tienes
la voz ronca y no has debido de beber agua en días. Ten, toma un poco de mi
cantimplora.
¡Ah,
ahora te entiendo! ¿Quieres saber dónde está tía Emily? ¡Triste destino…! Lo
siento, está muerta, muerta y enterrada. ¡Ya te he dicho que lo siento! Hicimos
todo lo que pudimos; créeme que sí… Cuando todo pareció amainar, aún a pesar de
que el cielo, con ese trémulo resplandor rojizo (no sé si tú lo viste durante
los primeros días) parecía que amenazaba con llover fuego, tomé a Bill en
brazos y recorrimos la ciudad en busca de supervivientes. La mayoría había
perecido en el derrumbamiento, como mamá; o desaparecido, al igual que papá. Al
menos todo nuestro vecindario estaba desierto. Alguna que otra figura inerte
sobre el suelo, pero nada más. Una de ellas era la señora Downie; no te
imaginas cómo de desfigurado estaba su cuerpo…
Cuando
por fin logré llegar a vuestra casa, yo había perdido toda esperanza. Registré
los escombros con ayuda de Bill, hasta que por fin encontramos lo que buscábamos:
tía Emily, Andrew y Jason. ¡Pobrecitos todos! Habían conseguido guarecerse bajo
el zaguán de la escalera. Al parecer había resistido el peso de la casa. El
ingenio humano nunca dejará de sorprenderme…
¡Calma
tío, calma! No te levantes, ya te lo he advertido. Sí, todos estaban
aparentemente bien; solo tía Emily mostraba un muy feo corte en el costado.
Pero conseguimos sacarlos de allí. Ella estaba, como es lógico, visiblemente
aterrada; y los niños no se separaban de ella. Jason cojeaba un poquito. ¡Qué
triste estampa! Cuando por fin nos guarecimos en un increíblemente estrecho
garaje, esperamos un día entero para ver si alguien venía en nuestra ayuda. Al
final nos dimos cuenta de que nadie vendría. La policía, los bomberos, el
ejército… Todos desaparecidos. Una prueba más de que los gobiernos son solo un
cruel placebo. Vivíamos creyéndonos tan a salvo de cualquier mal porque el
Estado nos “protegía”, y sin embargo, ¡cuán sorprendentemente fácil resultó
dinamitar el Estado llegada la hora!
Supuse
que lo que sucedió aquel día tenía que haber ocurrido, de algún modo, también
en el resto del país y (quién sabe) del mundo. ¿Qué otra explicación podía
haber para que nadie acudiera en nuestra ayuda? Desde entonces creo firmemente
en eso, y de momento nadie me ha probado lo contrario. Así pues, estábamos (y
seguimos estando) solos e indefensos.
Al
segundo día nos pusimos en marcha, considerando que la espera se nos estaba haciendo
insoportable. Fuimos al edificio del ayuntamiento; ya puedes imaginar que se
había venido abajo, como todo lo demás. Solo el salón de actos, con el techo
medio derruido, parecía sostenerse. ¡Qué indignante escena nos encontramos!
Niños; niños abandonados, huérfanos. Eran doce en total, de entre cinco y trece
años. Desorientados y hambrientos, los mayores nos contaron algo que me
revolvió las entrañas, entonces y ahora: en la confusión y el pánico, habían
acompañado a la multitud hasta el ayuntamiento y, tras una breve pausa para
tratar de razonar qué podía haber pasado, unos cuantos adultos resolvieron
marcharse junto a sus familias. Otros los siguieron, la mayoría huyendo en
desbandada de la ciudad, sin mirar atrás. Ellos rogaron que no los dejaran,
pero nadie reparó en que estaban solos, en que no encontraban a sus padres. Los
abandonaron allí, desconsolados.
¡Condenados
bastardos! ¿Cómo puede la humanidad ser tan mezquina? Nos merecíamos este horror
solo por hacer cosas como esa. Tras intercambiar unas palabras, tía Emily y yo decidimos
hacernos cargo de ellos. Pero necesitas saber que pasó entonces: la herida de
tía Emily se había infectado. Sepsis, es como la llaman. Tenía mala pinta desde
el primer momento. Fuimos hasta el hospital más cercano, y registramos las
farmacias, pero apenas sí quedaban en pie algunos ladrillos, y aquellas farmacias
que aún eran accesibles, habían sido saqueadas por los adultos cuando
abandonaban la ciudad. No pude hacer nada, por lo que tía Emily murió… El
desconsuelo de Andrew y Jason, tan jóvenes los dos y ya huérfanos, me desgarró
el corazón. Yo, con apenas diecisiete años, me hice con la situación y “adopté”
a todos los huérfanos. Ellos son mis hermanos, y yo el suyo.
Tuvimos
suerte: la antigua estación de tren, aquella abandonada a la salida de la
ciudad, estaba en pie y parecía mantenerse razonablemente bien. Hicimos de ella
nuestro hogar. Entramos en algunas casas (las ruinas de algunas casas, mejor
dicho) así como también en algunos pequeños comercios que habían eludido el
saqueo, y nos aprovisionamos bien. El primer invierno fue duro, por supuesto,
pero nos hicimos con varias mantas gruesas y bolsas de agua que rellenábamos en
el arroyo cercano que pasa junto a la carretera de la Iglesia, y que calentábamos
en hogueras improvisadas.
Sí,
aprendimos a hacer fuego, ¿no es increíble? En estos tres años hemos tenido
mucho tiempo para aprender cosas útiles. De lo que más orgulloso me siento es
de haber sembrado un huerto durante el primer verano, que nos está dando
sustento junto a las pocas latas en conserva que podemos encontrar aún de vez
en cuando. También fue una idea hervir el agua antes de beberla: el arroyo baja
asqueroso y no me fio de lo que pueda haber arrastrado allá arriba, en su
nacimiento…
El
ocio es un poco más complicado, pero bueno, hacemos lo que podemos. A los niños
les gusta especialmente que les cuente Peter
Pan (inventado un poco a mi manera cuando no recuerdo todos los detalles);
y es que se sienten identificados con los niños perdidos: tampoco ellos quieren
crecer. A los más pequeños les enseño a leer y a escribir (es especialmente difícil
sin los materiales adecuados, pero aun así nos las arreglamos), mientras que a
los mayores, que este invierno cumplirán los quince (incluido Andrew), les
enseño filosofía. ¿Te lo puedes creer? Supongo que estos niños son mucho más
receptivos cuando no disponen de videojuegos o televisión. Sea como sea, saben
a la perfección quiénes son Sócrates, Platón, Aristóteles, Kant, Locke… ¡y les
gusta!
Y
a mí me gusta enseñarles a creer en la libertad; es lo único que nos queda
¿no? ¿No es cierto que ahora seamos
verdaderamente libres? Sin escuela, por ejemplo: yo les enseño todo lo que
necesitan saber, y ellos me enseñan cosas a mí. Los quiero profundamente, y me
enorgullece haber creado una pequeña comunidad sana y próspera. Los errores del
pasado (gobiernos corruptos y populistas, Estados opresores, oclocracia…) han
sido desterrados de nuestros recuerdos. También la democracia ha desaparecido,
ese pernicioso sistema que tanto odio… ¡Nosotros somos verdaderamente, libres,
sin amos ni señores, electos o no! Nuestro grupo de dieciséis personas se
compone (y yo se lo repito a ellos hasta la saciedad) de individuos libres, no
de esclavos o votantes. Y ellos me responden que quieren que sea su rey, ¡qué
adorables son, y les amo por ello! Pero no; lo que les conviene es dejarme seco
de conocimientos, hasta que no me necesiten para nada. Todo lo que yo sé se lo
muestro a ellos, y no les guardo nada, para que no puedan depender de mí.
Es
una utopía. A veces miró a las estrellas en la noche, rodeando la hoguera junto
a ellos, y me pregunto si el desastre no fue una segunda oportunidad…
¿Qué
dices? No, claro que echo de menos a mis padres. Los sigo queriendo, pero no
quiero que mis niños se acuerden de los suyos. ¿Para qué, si tal cosa solo
puede traerles dolor, como me lo trae a mí? ¿Necesitan acaso recordar cómo sus
padres quedaron sepultados vivos, o desaparecieron entre la multitud para
siempre? No. Les he enseñado a mirar hacia el brillante futuro que tenemos
delante, lejos del dolor. Todos os
han olvidado. Por fin todos juegan y ríen de nuevo tras el horroroso primer
invierno, al que no creí que sobreviviríamos (otro milagro). Son libres:
cultivan lo que comen, hierven el agua que beben, leen lo que quieren, llegan a
acuerdos mutuamente beneficiosos cuando es necesario, son generosos y solidarios
sin necesidad de pagar impuestos, y filosofan.
¿Por
qué me miras así? ¿Acaso no lo entiendes? Me lo temía… Por última vez; no te
levantes, tío Gabe. ¿Cómo que quieres ver a tus hijos? ¿Es que no has oído nada
de lo que he dicho? Eso es imposible. ¿Quieres que eche a perder tres años de
trabajo? ¿Quieres que todos recuerden súbitamente cómo perdieron a sus padres,
y que regrese su tristeza? ¿Deseas acaso que, cuando el resto de niños vean a
Andrew y Jason rencontrarse con su largo tiempo perdido padre, se despierten
sus celos, su envidia y estallen las riñas que con esmero he erradicado?
¡Jamás!
Ah,
veo que ahora te das cuenta… Sí, tío Gabe: estás encadenado. Me duele
profundamente tenerte atado como a un perro, pero entenderás que no pueda
dejarte suelto…
¿Cómo?
¿Me insultas? ¿Te atreves a insultarme, a mí, que he criado a tus hijos como si
fueran míos? ¿Ves? Ya te incorporas, rabioso y furibundo, ¿cómo esperas que
tolere ese comportamiento en nuestra comunidad? ¿Cómo demonios piensas que voy
a permitirte perturbar nuestra paz, arrebatarnos nuestra libertad…? Me duele
mucho, tío, me aflige tu reacción, y más aún me entristece lo que me veo
obligado a hacer para defender a mis niños, teniendo en cuenta la odisea que
habrás vivido para llegar hasta aquí y encontrarnos. Cálmate: los niños están
bien. Solo quiero que entiendas todo lo que te he explicado, tío Gabe, porque
es por eso, por todo eso (y confío en que me perdones), por lo que tengo que
matarte.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Hola holita a todos,
no sé cómo os va la vida, supongo que bien, porque a la gente guai siempre le va bien, porque yo lo digo. Bueno, intentado revivir esto, os pregunto sobre los certámenes de vuestro supercolegios, porque el mío es una fuuuu y no se hace una puta mierda. Así que nada, de lo que os enteréis, contadlo, bonicos, que os echo muchísimo de menos, aunque bachillerato no me deje tiempo ni para eso.
Ea,
muchos besis.
P.D: a los que no les contesto mensajes: mil perdones, soy perrísimo y los dejo para luego, y luego se me olvida.
BESIS.
:((
no sé cómo os va la vida, supongo que bien, porque a la gente guai siempre le va bien, porque yo lo digo. Bueno, intentado revivir esto, os pregunto sobre los certámenes de vuestro supercolegios, porque el mío es una fuuuu y no se hace una puta mierda. Así que nada, de lo que os enteréis, contadlo, bonicos, que os echo muchísimo de menos, aunque bachillerato no me deje tiempo ni para eso.
Ea,
muchos besis.
P.D: a los que no les contesto mensajes: mil perdones, soy perrísimo y los dejo para luego, y luego se me olvida.
BESIS.
:((
sábado, 10 de noviembre de 2012
Allá donde haya un mollete estará Mollina
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