Caerá la lluvia sobre su manto otoñal.
Se cerrará el tiempo y perecerán los sueños.
Caerán los días marchitos sobre una triste pradera.
Se ahogarán nuestras lágrimas en un mundanal ruido.
El sol se oscurecerá hasta que anochezca en sus rayos.
No reirás, no tendrás ganas ni tiempo para hacerlo.
Cabalgarás sobre nubes que se derrumban, y te derrumbarás.
Resurgirá en filas macabras los demonios del ayer.
No habrá consuelo ni sobre las lonas del recuerdo.
Se hundirá la vida, en un lago de cristal.
Pero tú vivirás, y serás libre.
Y domarás con tu tristeza a las fieras de tu interior.
Te levantarás, y tu pecho bramará gallardo contra el abrazo
del viento.
Caminarás descalzo sobre la arena y las olas.
Con tu mirada iluminada, contemplando la luz de las
tinieblas.
En tus manos no habrá oro ni rosas, ni habitará la juventud
en tu cabello.
Tus piernas se quebrarán a cada metro, pero continuarás
recorriéndolos.
Y cuando te detengas gritarás en la cumbre de tu rebeldía,
que agradeces cada caída y cada muro, cada espina y cada golpe.
Pues tú los venciste.
Maravilloso, Javier. ^__^
ResponderEliminarYo acabo de terminar de leer el Werther de Goethe y tu poema me ha recordado a ese sentimiento impulsivo y pasional del Romanticismo, que supera las convenciones estilísticas del racionalismo. Sin duda los autores románticos son mis favoritos (a pesar de que yo soy profundamente racionalista en filosofía).
Gracias.
EliminarEn cuanto a tu racionalismo filosófico, creo que es así como debe de ser, la poesía pasional y la filosofía racionalista.
Oins, que bonito! Impactante, melodioso...
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